miércoles, 10 de diciembre de 2008

Academicismo

El término "Academia" incorpora a lo largo de la historia múltiples significados. Proviene del jardín de Academos, donde enseñaba Platón; designa por extensión, a toda agrupación intelectual o artística; se denomina posteriormente así a las escuelas o talleres dedicados a la enseñanza y al estudio del arte en los que el desnudo constituye la materia básica. Se llama "académica" a la obra de arte que en su ejecución acata los mandatos y el formalismo impuestos por una Academia, y califica de esta manera a las copias de escultura y pinturas de la Antigüedad. La primera orientación implicaría trabajar a la "manera" de los gigantes del pasado. Nacen de esta forma, a fines del S XVI, una serie de "academias" para transmitir las técnicas tradicionales a los jóvenes artistas, reduciendo el trabajo de los colosos a una serie de reglas. Se incorporan la enriquecida paleta veneciana y su empleo de la luz para enfocar dramáticamente algunas figuras.

Por otra parte Versalles, símbolo y sede de la monarquía absoluta, unifica todas las instituciones sociales y gubernamentales bajo una cabeza, su equivalente en el arte se concreta en un conjunto unificado y racional de academias sometidas directamente al rey. Las academias son los medios (de carácter eminentemente conservador) de transmitir la idea de absolutismo a la esfera del arte. Algo formal, tendencia a un planteamiento escéptico de la emoción y el color; sus normas pictóricas se basan en la pureza racional y, en el establecimiento de relaciones lógicas y matemáticas demostrables. Estas características calificaron al arte académico de "clásico" quedando entonces aprobado como modelo. Bajo las academias, la hegemonía artística de Europa pasa de Italia a Francia. Establecen altas normas técnicas, patrones y modelos de simetría, orden, regularidad, dignidad y claridad. Los temas elegidos guardan directa relación con un afán moralizador; son frecuentes las escenas religiosas extraídas de la Biblia o de la vida de los santos. En su versión profana las academias preferían asuntos mitológicos, alegóricos y heroicos de la antigüedad clásica. Los artistas anteriores al S XVIII raramente se apartan de estos estrechos límites, situación que fue cambiando en el período de la Revolución Francesa, momento en que toma un gran impulso el tema histórico y nacional.



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